Sunday, April 24, 2005

LAS CONCUBINAS DEL DIABLO (MUJERES SS)

“Brigitte, la sanguinaria" (o 'Krwawa Brygida', como la llamaban los reclusos polacos) era Hildegard Lächert, una celadora austríaca en el campo de concentración Maidanek, uno de esos campos de la muerte tristemente célebres que la SS alemana estableció entre 1941 y 1944.
El campo estaba dividido en un campo para hombres (prisioneros de guerra soviéticos, judíos y otros hombres recluidos de 28 naciones con 54 nacionalidades) y el "Campo de mujeres" Maidanek donde mujeres y niños eran custodiados, "seleccionados", asesinados por mujeres.

De los 500.000 seres humanos encarcelados en Maidanek, 250.000 fueron finalmente asesinados o seleccionados para las cámaras de gas – en menos de 3 años – entre ellos 100.000 mujeres. De mayo a septiembre de 1943, durante las así llamadas "acciones infantiles", niños fueron separados de sus madres. Los niños fueron asesinados, el destino de las madres fue el trabajo forzado.

En los casos en que no pudieron separar a la madre y al niño, la madre fue asesinada con gas junto con su hijo. Varias sádicas mujeres de la SS ejercieron su cometido en el "campo de mujeres". Dos de las peores fueron Hilde Lächert ('Brigitte, la sanguinaria') y Hermine Braunsteiner-Ryan, que terminó por ser atrapada en Nueva York por Simon Wiesenthal en los años 60.

En 1975 – treinta y cinco años después de la guerra – estas dos mujeres, junto con varios otros celadores de Maidanek fueron juzgados en el así llamado Juicio Maidanek en Dusseldorf (1975-1981). El juicio más prolongado en la historia legal alemana.

Brigitte, la sanguinaria

El hecho más inquietante sobre Hildegard Lächert es que ni siquiera era nazi sino simplemente sádica. La joven mujer austriaca no estaba en el NSDAP [partido nazi] cuando se unió al equipo de la SS en el "campo de mujeres" de Maidanek a los 22 años.

Janina Latowitcz, testigo en el Juicio Maidanek: "Era como una bestia, sedienta de sangre". Cuando llegó a ser celadora en Maidanek, Lächert tenía dos hijos pequeños. A pesar de ello trató a los niños en el campo con un odio especial.

Lächert era el "azote sádico del campo" como lo definió un testigo. Sus antiguas víctimas la describen como una muchacha "muy hermosa". Henryka Ostrowska: "... cuando hablaba con los hombres de la SS o sus colegas, era muy divertida y encantadora. Pero cuando hablaba con nosotros y nos golpeaba, (su) cara era horrible. No era la cara de una mujer". Su apodo "Brigitte la sanguinaria" resultó de su hábito de azotar a las mujeres hasta la carne viva.

La yegua que patea

La segunda mujer procesada por su conducta sádica en Maidanek fue Hermine Braunsteiner-Ryan. En Maidanek solía llevar botas con tacones de acero con las que golpeaba a las reclusas. Hermine Braunsteiner nació en 1919 en una familia acomodada en Viena. En su juventud soñó con ser enfermera. A principios de los años 40 trabajó en la fábrica de aviones Heinkel en Berlín. Dejó ese trabajo para ser guardiana en un campo de concentración – por la mejor paga.

Fue entrenada en el campo de concentración Ravensbruck cerca de Berlín. Allí llegó a ser bien conocida porque pateaba a las ancianas hasta matarlas. En octubre de 1942, la muchacha rubia, de ojos azules, de 23 años, fue trasferida al campo de la muerte y de concentración Maidanek en las afueras de Lublin, en Polonia ocupada por Alemania. Allí ascendió a asistente de guardiana bajo Elsa Erich junto con otras cinco mujeres. Participó en "selecciones" de mujeres y niños a las cámaras de gas y golpeó con su látigo hasta matarlas a varias mujeres. Incluso mató mujeres a patadas.

En marzo de 1944, ordenaron que Hermine volviera a Ravensbruck donde ascendió a supervisora de guardianas en el subcampo Genthin de Ravensbruck. En mayo de 1945, Hermine escapó del campo antes de la llegada del Ejército Rojo.

Fue sentenciada por un tribunal austriaco por asesinato, infanticidio y homicidio en Ravensbruck, pero fue liberada en 1949. Un soldado estadounidense, Russel Ryan, la llevó como su "Kriegsbraut" (novia de la guerra) primero a Canadá y luego a EE.UU.

Se establecieron en Queens (Nueva York). En 1963 recibió la ciudadanía estadounidense. Hermine Ryan hubiera vivido feliz si no fuera porque Wiesenthal descubrió su verdadera identidad de la que informó al Departamento de Inmigración y Naturalización de EE.UU.

En 1971, el Departamento comenzó a despojar a Mrs. Ryan de su ciudadanía porque era una extranjera de "calidad dudosa". En 1981, fue sentenciada en el Proceso Maidanek de Dusseldorf a dos cadenas perpetuas en prisión, pero fue liberada en 1990, por "mala salud". Murió en 1999.

La historia de Lächert y de Braunsteiner puede servir para ilustrar que es simplemente ridículo, una mezcla de ingenuidad y de chovinismo masculino, pensar que las mujeres – ‘damas’ – no son capaces de tortura o abuso: que las mujeres son sólo dulces palomas y que tiene que haber sido la culpa de otros – hombres – que Lynndie or Hildegard o Hermine pudiesen estar implicadas en crímenes tan horribles.

En realidad, incluso muchos colegas varones de Lächert en Maidanek se horrorizaron por su excesiva crueldad. Pero, por algún motivo psicológico los hombres tienden a encontrar excusas para los crímenes cometidos por mujeres: Tal vez, la perpetradora femenina estaba mentalmente enferma (mujeres y demencia); en todo caso tiene que haber sido ingenua, seducida, presionada por su co-acusados varones. Es un enfoque contraproducente. Las mujeres sádicas no necesitan necesariamente cómplices para ser "nenas de terror". Pero lo que necesitan con seguridad son estructuras y jefes que permitan, alienten e incluso recompensen tales torturas y abusos.

Los criminales de guerra necesitan tiempos de guerra para ejercer (en seguridad) su sadismo, igual como los fascistas necesitan un régimen fascista para poder someter y matar a gente de otra raza, nacionalidad o ideología. Después de la guerra Lächert y Braunsteiner actuaron ambas como dueñas de casa ordinarias, bien ajustadas y respetadas en sus comunidades.

Braunsteiner-Ryan tuvo una vida feliz de familia de clase media en Queens, Nueva York.

¿Pensó alguna vez en los pequeños niños judíos que había "agarrado del pelo y lanzado... sobre camiones que iban a las cámaras de gas" cuando entregaba golosinas de Halloween a los niños judíos de su vecindario?
La línea de defensa de Braunsteiner en el Proceso de Maidanek fue que no había sido otra cosa que "una pequeña rueda en la maquinaria", una muchacha sin experiencia y que "... toda la impresión y toda la atmósfera del campo me fueron muy duras, quiero decir, como mujer".

Lächert, Braunsteiner y los demás guardias de Maidanek pueden ciertamente no haber sido más que pequeñas ruedas – pero parte de una maquinaria letal que mató a millones de personas inocentes. Lo hicieron por puro sadismo, para permitirse la contemplación de personas inocentes, indefensas, que sufrían y sangraban; lo hicieron por dinero y por una modesta carrera.

No le costó más que cuatro años a Braunsteiner, de 23 años, para llegar a vigilante supervisora en Genthin. En 1945 fue condecorada con la 'Kriegsverdienstkreuz Zweiter Klasse' (Cruz de Segunda Clase por Servicios en la Guerra). Los tiempos de guerra y el fascismo sacan a relucir lo peor en los seres humanos y por cierto hacen que la peor calaña llegue a los puestos más elevados. Pero los tiempos terribles y los regímenes terribles también sacan a relucir lo mejor en algunos seres humanos – el valor, el heroísmo, la empatía.

1 Comments:

At 3:57 PM, Blogger Manuela Garreffa said...

es así, la crueldad no tiene género

 

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